24 junio 2011

¿Qué es el GREENWASHING y como nos afecta?


El término de GREENWASHING, se deriva de whitewashing, que se refiere al acto de “maquillar” malas acciones políticas, en el caso de GREENWASHING, se asocia a un contexto de medio ambiente y ecología.
GREENWASHING, se define como el acto engañoso de algunas compañías hacia sus clientes para vender una imagen falsa de sus productos y procesos. Esto por medio de campañas mercadológicas, que dicen contribuir al cuidado o a no dañar más el medio ambiente.
Ahora parece que todos se han vuelto verdes. Todo tipo de compañías persiguen este estatus y parece que mientras más aparenten esto, mejor. Sin embargo es de suma importancia saber quienes lo promueven
honestamente y quienes no. La forma más sencilla, es no dejarse llevar por una primera impresión de la etiqueta en el envase o la cara de una caja. Debemos investigar mas a fondo si lo que te dicen es cierto,
tener un poco mas de interés en saber el origen de lo que estas consumiendo, todo lo que sucede en el proceso de producción, cuánto afecta o no afecta al medio ambiente y a la sociedad, y que tanto te
informa la empresa de ese proceso.
El GREENWASHINGconfunde al consumidor acerca de lo que es malo o bueno para el medio ambiente. El consumidor cree hacer lo correcto, porque el producto que compró tenía algún tipo de propaganda que aparentaba ser “amigable con el medio ambiente”.
La Unión de Consumidores de España-UCE, denunció en octubre del 2007 la presencia de términos como
“ecológico”, “verde” o “limpio” utilizados por varias campañas de autos. La UCE solicitó al Ministerio de Industria la prohibición de utilizar estos términos en la publicidad asociada a vehículos. Por medio de un informe, criticó el hecho de que un consumidor pueda sentirse engañado por esta moda verde tiene importantes consecuencias, entre la que cabe destacar, el hecho de que finalmente llegue a la conclusión de que la protección por el medio ambiente no es más que una estrategia comercial y que realmente no se está haciendo nada por favorecer la mejora ambiental, cuando en verdad hay empresas y organizaciones que si lo hacen.
En 2004, con un último reglamento comunitario, se dejaba claro que los términos eco, ecológico, biológico
u orgánico y sus diminutivos, solamente se pueden utilizar para los productos procedentes de la agricultura ecológica. De acuerdo con las disposiciones comunitarias y españolas, en los últimos meses las principales empresas que habían apostado confusamente por el término "bio" en la publicidad de sus productos de derivados lácteos o de zumos de frutas enriquecidos con leche, han preparado nuevas estrategias y
lanzando ya campañas para señalar al consumidor que el producto antes calificado como bio hoy es el mismo, pero con otro nombre.Las campañas más intensas hasta la fecha en esa dirección corresponden a
Danone, con los yogures, al sustituir la palabra Bio por Activia.

Tenemos que ser concientes que el tipo de compañías que proponen esta publicidad engañosa, con dolo o sin él, son nocivas para la sociedad, ya que fuera de que quieran vender más (producto, servicio, sistema,
etc.), se genera una emoción, creencia, actitud o comportamiento en el consumidor, por medio del diseño o la campaña publicitaria del producto.

Fuente :
http://www.ciudadanosenred.com.mx/node/12456

18 junio 2011

EQUO y Juan López de Uralde

El macabro vodevil de Copenhague

Estando a las puertas del juicio por la acción de Copehnague – que comienza el lunes 20 de junio -  reproduzco en mi blog el artículo que  Jose Vidal_Beneyto publicó aquellos días de carcel en el diario El País, y que tanto me emocionó al volver.

El macabro vodevil de Copenhague
A Juan López de Uralde, honor de la sociedad civil


La literatura ha invadido todos los ámbitos de la comunicación, sobre todo de la escrita, y ha impuesto sus valores, sus pautas, sus modos y sus gentes. A la literaturización del pensamiento, hoy ya culminada, ha seguido esta apoteosis literaria de los medios de comunicación, que otorga a los literatos los mayores loores y los mejores espacios y consagra la autocalificación de escritor, que es la que más abunda hoy en los diarios, como signo de demarcación de la excelencia, como razón de pertenencia a la tribu de los elegidos. Los periodistas propiamente dichos quedan reducidos a la condición de curritos, de correveidiles de la noticia, por no hablar de los expertos, sobre todo de los científicos sociales, obstinados mendicantes de un hueco en el que colar sus análisis y reflexiones. Para profundizar esta perspectiva ver: Oskar Negt y Alexander Kluge, Öffentlichkeit und Er fahrung (Suhrkamp, 1972) y Serge Halimi, Les nouveaux chiens de garde (Liber-Raisons d’agir, 1997). El escritor, en cambio, dispone de todas las oportunidades para que, ignorando el saber acumulado sobre la mayoría de los grandes problemas y cuestiones, se lance a cuerpo limpio a la presentación de sus más banales ocurrencias, eso sí, con la brillantez que le confiere su consabida destreza retórica. Es posible que algún literato nos objete que la casi totalidad del patrimonio de conocimientos sociológicos, políticos, económicos, históricos y psicológicos, en particular los primeros, de que disponemos, se caracterizan por su pretensión cientifista, que en definitiva es mostrenco academicismo, lo que los hace absolutamente irrelevantes (vid Jürgen Ritsert, Inhaltsanalyse und Ideologiekritik, 1972, sobre todo el cap. 4), es decir, inutilizables, para adentrar nos en el conocimiento de la realidad. En lo que quizá no les falte razón, pero frente a ello sólo nos queda el machadiano “hacer camino al andar”.
En cualquier caso, si hubiésemos tenido en cuenta las enseñanzas de la geopolítica -el reader de Le Monde Diplomatique, “Geopolítica del caos”, 1992, con un sabroso prólogo de Ignacio Ramonet, podía haber sido una excelente introducción- así como el saber sobre los siniestros juegos de poder, no habríamos errado tanto, a propósito de Copenhague, ni en cuanto a nuestras esperanzas, ni en cuanto a sus frustraciones. Pues es bien sabido que las dos armas de poder son la fuerza y la violencia, pero adobadas por la manipulación y la mentira. Respecto de ésta, poco se ha dicho más cabal que las reglas de uso que nos proponía Jonathan Swift en 1712 en su panfleto The Art of Political Lying. Por lo que se refiere a la fuerza, el Prof. W. J. M. Mackenzie nos ofrece en Power, Violence, Decision (Penguin, 1975), uno de l os más agudos análisis sobre la violencia en los procesos de decisión. Si lo hubiéramos tenido en cuenta no habríamos esperado nada de ese folclórico contubernio de casi 200 jefes de Estado pugnando por ver quién se apuntaba más tantos, diciéndola más gorda. Hace 17 años que en la Cumbre de la Tierra, en Río de Janeiro, nos comprometimos a reducir los gases de efecto invernadero, responsable principal del aumento de la temperatura en la Tierra.
Pero las cosas, con la sola excepción del Protocolo de Kioto, han ido a peor. Por cierto, que se necesitaron cinco años para superar la oposición de los Estados Unidos, el mayor contaminador del mundo, que, empujado por su presidente Bush, se opuso ferozmente a su entrada en vigor. Dado que el primer periodo del Protocolo terminaba en el 2012, se esperaba y se quiso que Copenhague sirviera para darle continuidad y para incorporar a los países emergentes de mayor capacidad contaminadora, en especial China, que es hoy, después de EE UU, el principal productor de gases contaminantes. Pero, una vez más, esta prometedora esperanza se ha quedado en pura exultación retórica, y después del fracaso total de la última Cumbre, en 2011 habremos superado los 550 ppm, con lo que el aumento de la temperatura media del planeta será ineluctable.
Muchos esperábamos que Copenhague, dada la extraordinaria importancia de la apuesta, produjera un compromiso de reducción de las emisiones y fijara las medidas para lograrlo. Pero Estados Unidos, dominado por consideraciones políticas internas, por motivaciones económicas a corto plazo y por penosas ambiciones de poder global, de las que su rivalidad actual con China es sólo una significativa muestra, ha decidido que no fuese así. Su penosa espantada después de haber anunciado una victoria pírrica antes de que concluyera la Cumbre, ha sido una de las más lamentables en este tipo de reuniones y oscurece la brillante ejecutoria de Obama en la política mundial. Ahora sólo le queda la inevitable remisión a lo que determine el Senado de los Estados Unidos, cuya decisión, después de haber mirado hacia otro lado durante 15 años cuando se ha tratado de rat ificar la Convención del Cambio Climático, no puede ser más inquietante. Ni más humillante para los 191 Estados de Copenhague, sometidos al humor de los congresistas norteamericanos y a los cálculos políticos de dicho país. Con todo, lo más repugnante son las “generosidades” de la Cumbre al ofrecer 10.000 millones de dólares, como ayuda total y, por una vez, para resolver el problema del calentamiento, frente a los 3.000 millones diarios en gastos de defensa y los 820.000 millones de rescue que Norteamérica destina cada año para rescatar la deuda bancaria. Por no hablar del ignominioso tratamiento que Copenhague reservó a la sociedad civil mundial, al acreditar en un primer momento a 46.000 personas, que se redujeron después a 21.000, de las cuales sólo se permitió que apenas 300 entrasen en la Conferencia. Ni los entusiastas mi litantes de base, ni siquiera los líderes de las grandes organizaciones ecologistas -Greenpeace, WWF International, Amigos de la Tierra, Intermón Oxfam, etc.- pudieron acceder al Bella Center. Todos, acreditados o no, a la calle, a sufrir nieve, lluvia y frío y, sobre todo, “a no perturbar”. De lo contrario, atenerse a las consecuencias.

Juan López de Uralde, presidente de Greenpeace-España, y que es hoy emblema de nuestra dignidad, a quien se dedica este artículo, sigue encerrado en su prisión de Copenhague, desde el inicio del conclave. Las autoridades danesas, incluyendo su Familia Real, han considerado extraordinariamente peligrosa el arma de que se sirvió para llamar la atención de los jefes de Estado: una pancarta, desplegada sobre la alfombra roja del salón en que estaban reunidos, en la que se podía leer: “Los políticos hablan, los líderes actúan”.
No hacía falta más para que se considerase a quien la exhibía como un peligroso perturbador, un terrorista. Y ahora, comprobada la desidia y la impotencia de los Estados, la venalidad de los políticos y la incapacidad de sus partidos, nuestra única fuerza son los militantes de la sociedad civil. En ellos hemos de apoyarnos, pues para construir un poder mundial en el marco de Naciones Unidas o en otro contexto menos adulterado -ver a este propósito Jean-Claude Guillebaud, La refondation du monde- y dotarlo de un marco jurídico-judicial que, en línea con los trabajos de Mireille Delmas Marty -Trois Défis pour un Droit Mondial (Seuil, 1998) y Vers un Droit Commun de l’Humanité (Textuel, 1996)- lo provea de legitimidad y le confiera vigencia indiscutida con capacidad de obligar. Objetivo de difícil logro, quizás utópico, pero siempre las cosas más importantes han sido del orden de las utopías necesarias.
 
http://www.juantxo.org/

Utopía es creer que podemos seguir viviendo como vivimos

Jordi Jutglar, concejal de Los Verdes-Equo en Órgiva: “Utopía es creer que podemos seguir viviendo como vivimos”


A continuación reproducimos la entrevista realizada por el periódico IDEAL a nuestro concejal en Órgiva, en donde trabajarán desde la oposición, al gobierno en minoría del PSOE. 

El 22-M hablaron las urnas. Victoria aplastante del PP y debacle socialista. Fue la lectura general. Luego cada cual hizo la suya. Los Verdes también tenían trabajo interpretativo. El bajón fue general en toda Andalucía, pero en la provincia de Granada ha quedado reducida a su mínima expresión: un concejal, en el Ayuntamiento de Órgiva. ¿Están Los Verdes en peligro de extinción? «Nada de eso», ataja Jordi Jutglar, la ‘rara avis’ verde en la jungla politica granadina. «Algunos nos llaman utópicos, pero la verdadera utopía es creer que podemos seguir viviendo como vivimos, con este nivel de consumo en un mundo que es finito y que se agota. Los Verdes son el único futuro posible, no hablo ya como formación política sino como actitud vital».

Sentado en su cortijo a las afueras de Órgiva, rodeado de limoneros y olivos centenarios, JordiJutglar achaca al ‘virus de la crisis’ la causa de esta caída en el panorama nacional del que solo se ha librado el PP. «Nuestro descenso de concejales es pasajero. Con la crisis, vivimos una si tuación de miedo, y con el miedo la gente tiende a acercarse a lo ya conocido, aunque eche pestes de ellos. Para castigar al que creemos culpable de todo, pues votamos a los otros conocidos; porque realmente solo hay dos, PSOE y PP».

Pese al bajón, en Orgiva han mantenido el concejal y además han crecido en votos, pocos pero han crecido: 201 en 2007 y 205 el pasado 22 de mayo. «Los cambios requieren tiempo, hay que hacerlos poco a poco. Las efervescencias no son duraderas. Estamos convencidos de que en Órgiva hay mucho voto ‘verde’ latente y, sobre todo, abstencionista», se ilusiona Jordi con una tesis adquirida con la experiencia de los cuatro años pasados por su compañero Juanjo como concejal en la ‘capital de laAlpujarra’. «Ha sido duro pero muy positiva y aleccionador. Hemos visto que muchas veces se actúa por intereses que nada tienen que ver con el interés de la ciudadanía, y nos sorprendió porque pensábamos que eso pasaba a otras escalas y no llegaba a la política municipal», lamenta, a la vez que también quiere apuntar los descubrimientos positivos de esa experiencia: «Una gran lección es que las cosas pueden cambiar, pero que los cambios tienen que ser graduales, y que sobre todo, lo que hay que fomentar son los cambios de actitudes en cada uno de nosotros».

Y ahora le ha tocado a él asumir el relevo como cabeza de una lista en la que también figura, cerrando simbólicamente el cartel, el escritor inglés Chris Stewart, autor del ‘best seller’‘Entre limones’, en el que narra sus desventuras cuando se mudó con su mujer a un cortijo de Órgiva. «Lo he leído, por supuesto. Un hombre que se ríe de sí mismo es admirable», asegura Jordi, quien también podría escribir un libro con sus experiencias.

Nacido en Vic en 1958, llegó en el año 2000 a la Alpujarra procedente de Escocia. Respondió a una demanda de empleo para la gerencia del Cortijo Romero, un centrb de «crecimiento personal» muy conocido en el Reino Unido y dedicado a liberar del estrés a los profesionales con una intensa vida laboral. No vino a ciegas. Durante una etapa en la que Jordi trabajó como viajante ya le echó el ojo a la zona. Me gustaba tanto que preparaba los viajes para que me coincidiera el fin de semana por aquí. Lo sopesamos mi mujer y yo, y nos decidimos. Ganarme la vida con un trabajo en el que creo y además en la Alpujarra... ¡Qué más se puede pedir!»

Y aquí llegaron Jordi, su mujer, de origen suizo, y un niño con nueve meses. Un año más tarde nacería la niña. No le costó adaptarse al ‘Catalán’, como le apodaron desde entonces en la zona. «Me agrada que me lo digan, nunca me he sentido discriminado por ser de fuera. Creo que aquí la gente es muy tolerante con el forastero, hay una experiencia de acogida que en pocos sitios he visto».

Seis años después de llegar, saltó del nido del Cortijo Romero y comenzó a depender de si mismo con el cultivo ecológico de sus tierras —olivos, cítricos y alguna hortaliza— y una casa rural que alquila y en la que imparte cursos de lengua española y reforestación. Los ingresos económicos mermaron, pero son suficientes en este entorno», reconoce satisfecho.

Y llegaron sus inquietudes políticas. ¿Por qué? «Pues porque uno viene aquí por el entorno natural, la calidad de vida, con la idea de que nuestros hijos crezcan en una sociedad saludable y tolerante... y ve que hay algunas deficiencias, muchos desafios y que el propio entorno natural corre peligro. Y me planteo que la crítica no es suficiente, hay que integrarse y aportar soluciones».

Dícho y hecho, se juntaron una serie de amigos y decidieron integrarse en Los Verdes «por afinidad con las ideas». En su programa, el refuerzo de los pilares básicos de la economía de la comarca: la agricultura, el turismo sostenible y unos servicios los acompañen. Y un especial hincapié en los jóvenes: Como padre me gustaría que mis hijos puedan echar raíces aquí. Nuestra juventud es el futuro y debe ser la prioridad política. Propondremos y apoyaremos proyectos encaminados a evitar que la juventud tenga que emigrar para buscarse la vida. Espacios de ocio, talleres, oficios nuevos que ofrecen las energías renovables, la bioconstrucción. ..»

Los orgiveños les han vuelto a dar un concejal. ¿A quién va a apoyar el día que se elija alcalde? La asamblea local de Los Verdes ha decidido que seamos independientes, sin alianzas con ningún otro partido», desvela Jordi. Con esta decisión no caben cábalas. El alcalde será nuevamente del PSOE, en mayoría si pacta con el PA. O en minoría, una opción del gusto de Jordi:
«Seria muy saludable para Órgiva y para cualquier ayuntamiento. Obliga a que haya que dialogar, valorar los proyectos... Potencialmente tiene una capacidad de incremento de la cultura democrática en todos los partidos», argumenta.

La cazuela de arroz integral le reclama a Jordi en los fogones. ((Y de segundo, ensalada con tofu, y salchichas suizas para los niños», des- vela el menú. En la sala de la vivienda, alimentada por energía solar fotovoltaica, se echa en falta la televisión. “No tenemos», confirma Jordi. “Si hay algún programa por el que tengamos especial interés, lo vemos por Internet en el ordenador, pero eso de tener una tele siempre encendida como uno más de la casa...»
—Y no le da pena perderse el sábado la final de la Champions?
—PerdérmeIa? Ya he dicho que si hay algo de especial interés lo vemos por Internet. 2-1 para el Barça.