El Movimiento 15-M celebra durante todo el día de hoy una especie de Congreso en Madrid después de un fin de semana en el que el espíritu del 15-M ha vuelto con fuerza a Madrid, con la
llegada de la marcha indignada el viernes tras 34 días de camino desde distintos puntos de España, la
bienvenida en Sol en una multitudinaria asamblea sábado y la
manifestación del domingo, que reunió a más de 35.000 personas.
Lo han llamado
I Foro Social 15-M y se celebra, con pancartas con lemas como
Ilusionado de estar aquí, junto al Palacio de Cristal del parque del Retiro desde las diez de la mañana a las nueve y media de la noche, con un descanso para comer entre las dos y media y las cinco de la tarde. A primera hora, los indignados, decenas de los cuales han pasado la noche en el paseo de Recoletos y en Sol, se desperezaban en sus tiendas y se preparaban para un día de intenso debate, en el que se están tratando asuntos relacionados con política internacional, medio ambiente, educación, feminismo, democracia participativa, economía, cultura, sanidad, temas sociales....
En esta ágora al aire libre participan
entre 200 y 300 personas, la mayoría llegadas de marchas indignadas de Burgos, Mallorca, Galicia... Charlan organizados en amplios corros, aunque quieren hacer grupos de trabajo más pequeños. Están recogiendo dudas y propuestas y tratan de dar muchos turnos de palabra para que todo el mundo participe. Además de aportar soluciones en los diferentes ámbitos, también cuentan qué problemas tienen en sus asambleas locales y se buscan mecanismos para mejorar la conexión entre las diferentes asambleas del movimiento y para centralizarlo. "En Burgos no hay comisión de medio ambiente porque somos pocos", comenta un miembro del movimiento.
Los corrillos más populares, que congregan a más personas, son medio ambiente global y democracia participativa o a largo plazo y reforma del estado. "Como dice Marx", comenzaba a decir un participante, que ha sido interrumpido por una chica, que le ha espetado: "Si vengo de Galicia es para escuchar vuestras teorías, no las de Kant ni las de Marx". A su lado, un hombre ha dicho que las asambleas son "el gran mérito del 15-M", ya que son el el órgano que les "permite pensar y decidir juntos, sintetizar ideas en principio opuestas".
En este grupo se ha producido un pequeño debate sobre si "reprimir a los que reprimen", es decir, responder a violencia a la policía. "El futuro del movimiento pasa por recuperar los valores que ha perdido la clase política y por la no violencia", ha dicho un joven, que ha abogado por incluir la no violencia y la resistencia pacífica en la futura
constitución del 15-M.
Mientras tanto,
en Sol, una treintena de personas trabaja en los
nuevos asentamientos con los que el sábado se empezó a recontruir el campamento. Ya no hay en la plaza un solo puesto o barracón informativo sino varios. Son seis o site puestecillos satélites alrededor de la estructura principal, no tienen toldos y no ocupan toda la plaza, sino el espacio entre las dos fuentes. Los que allí están ofrecen información sobre el movimiento y sobre las actividades del día. Los acampados tienen previsto reunirse hoy en otra asamblea para decidir si levantan sus tiendas de campaña de este minicampamento. Previsiblemente, según la intención del movimiento, se optará abandonar estos emplazamientos con el fin de que cada marcha vuelva a su lugar de origen.
Ayer, unas
35.700 personas, más de 500 de las cuales
llegaron el sábado a la capital a pie en seis columnas y más de 30 autobuses, regresaron al
kilómetro cero de Madrid para exigir reformas políticas, económicas y sociales. Los manifestantes partieron de la glorieta de Atocha pasadas las siete de la tarde, coreando las consignas que ya se han convertido en clásicas, "el pueblo unido jamás será vencido" y “¡que no, que no, que no nos representan!”. Pasadas las ocho y media, los primeros llegaron a Sol, donde los recibía una pancarta que rezaba
Bienvenida, dignidad.
Sin embargo, la multitudinaria manifestación no terminó en una asamblea en la plaza, como estaba previsto. Primero decenas y luego cientos de personas trasladaron la protesta hasta las Cortes. Un perímetro de seguridad rodeaba al edificio e impedía el acceso a la Carrera de San Jerónimo. Toda la zona estaba vallada y flanqueada por decenas de policías, pero los indignados tomaron asiento y retaron a la policía a ver quién aguantaba más.
Fuente:ELPAIS.com